En el número 17 de la exhortación apostólica de su Santidad
Juan Pablo II “FAMILIARIS CONSORTIO”, nos exhorta a llevar con amor y entusiasmo
la gran misión que tiene la familia. Para que toda familia descubra y encuentre
en sí misma la llamada imborrable, que define a su vez su dignidad y
responsabilidad.
En esta exhortación el Papá Juan Pablo II, nos transmite que
del resiente Sínodo se ha puesto a relieve cuatro cometidos generales de la
familia:
1) Formación de una comunidad de
personas;
2) Servicio a la vida;
3) Participación en el desarrollo de la
sociedad;
4) Participación en la vida y misión de
la Iglesia.
En primer término la familia está llamada a ser formadora de
una comunidad de personas. Y dado que,
según el designio divino, está constituida como «íntima comunidad de vida y de
amor»[44], la familia tiene la misión de ser cada vez más lo que es, es decir,
comunidad de vida y amor, en una tensión que, al igual que para toda realidad
creada y redimida, hallará su cumplimiento en el Reino de Dios. En una
perspectiva que además llega a las raíces mismas de la realidad, hay que decir
que la esencia y el cometido de la familia son definidos en última instancia por
el amor.
Por ello nosotros como
cristianos estamos llamados a contribuir eficazmente para que en
nuestros hogares se viva en el amor, ese amor que todos necesitamos, y ser esa fuente de
esperanza y de amor para nuestros hijos en estos momentos donde la sociedad está
en crisis de valores y además tan necesitada de amor en los hogares, vemos con tristeza
tantos hogares dañados por la indiferencia, donde cada miembro de la familia vive
como en un mundo aparte donde pareciera que nadie necesita de ninguno de los
miembros de la familia, muchas de las veces utilizando esa frase tan sonada, “recibo más de personas que no son de mi
familia”, por eso debemos de
aprender a amar con ese espíritu de hermanos y de hijos de Dios, dejando atrás esas
costumbres de sentirse mejor con personas que nos son de nuestra familia,
porque no puedo dar en otro lugar lo que en seno de mi familia no pude dar, por
eso siempre de la mano de Dios debemos de contribuir activamente en el
restablecimiento de las relaciones familiares para que una vez logrado, podamos
ser buen ejemplo para nuestros hijos y para la comunidad, solo así estaremos en condiciones de “custodiar,
revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación real del amor de
Dios por la humanidad y del amor de Cristo Señor por la Iglesia su esposa”.
Estamos llamados también a trabajar incansablemente a favor
de la vida, toda vez que el amor de los esposos tiene esa gran particularidad
de servir en el misterio de la vida y de amor de Dios mismo, es necesario motivar a todos nuestros
hermanos en Cristo a velar siempre por defender la vida, a no callar, y hacer lo necesario para que
nunca se trunque una vida en ninguna de sus etapas desde la concepción. Además de
velar siempre por nuestros hermanos, un gran ejemplo nos da el Papá Pio XII,
quien sin importar las diferencias que en el momento de su papado había con los
judíos, ayudo y refugio a miles de ellos cuando eran perseguidos por los Alemanes,
sin importar sus creencias si no que prevaleció el espíritu de ayuda y de
preservar la vida de sus semejantes. Es así como principalmente nosotros debemos
de cuidar nuestra vida y siempre velar por la vida de los demás, especialmente
de los más indefensos.
Es importante que la
familia cristiana contribuya activamente en el desarrollo de la sociedad, en
trabajar por el bien de la comunidad y
el entorno en que vivimos, para que seamos participes activos de su desarrollo
y no solo seamos críticos y espectadores de lo que sucede a nuestro alrededor, si
no que a imagen de tantas personas dentro de la Iglesia, que han luchado y
trabajado para crear dispensarios médicos, hospitales, escuelas, etc… nosotros también
como fieles de nuestra Parroquia podemos trabajar de la mano de nuestros
sacerdotes y personas de buena voluntad, para crear, por ejemplo un dispensario
médico en nuestra comunidad Parroquial y sea un alivio para nuestros hermanos más
necesitados, que muchas veces no se atienden de sus enfermedades, por no contar
con los recursos necesarios, para pagar una consulta médica, estudios clínicos,
etc. Llevando sus enfermedades sencillas a extremos demasiado complicados.
Y por último las familias están llamadas a participar en la
vida y misión de la Iglesia, toda vez que dando testimonio de nuestra vida en
familia es cómo podemos transmitir el Evangelio de nuestro señor Jesucristo
a nuestros hermanos, para eso se
necesita que las familias se comprometan activamente en este cometido, siempre
con el espirito de comunión, de amor y fraternidad con nuestros hermanos, para
que juntos vayamos caminando en la construcción del reino de Dios, ya que si no
hay compromiso de servicio los trabajos son más pesados. Y en este contexto
estamos llamados a trabajar por la misma causa todos los grupos Parroquiales de
la pastoral familiar y pastoral juvenil.