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sábado, 7 de octubre de 2017

Nuestra Señora del Rosario

Fuente: ACIPRENSA 

Patrona de Guatemala, su festividad se celebra el 7 de octubre. La devoción a María bajo la advocación de la Virgen del Rosario, se remonta al medioevo y cobra fuerza durante el Renacimiento. En Guatemala, con el establecimiento de los dominicos en Ciudad Vieja, Almolonga, se empezó a difundir la tradición del rezo del Rosario. La primera cofradía del Rosario fue fundada en 1559. Francisco Marroquín, primer obispo consagrado de América, exhortó al pueblo de Santiago, hoy Antigua Guatemala, a «que sería conveniente se erigiese en la iglesia de Santo Domingo la Confraternidad del Rosario, como había en muchos conventos de la Orden, para que ahí se extendiese tan santa devoción». La fiesta del Rosario a nivel mundial tiene su origen en la batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571. Según los Papas San Pío V y Gregorio XIII, la ayuda de "Nuestra Señora" y la revelación de que mediante el Rosario se ganaría la batalla, fueron la chispa para instituir la fiesta.

Siglos atrás, Santo Domingo de Guzmán y la Orden de Predicadores habían difundido la devoción en España, Portugal e Italia. Fray Lope de Montoya, predicador dominico en Guatemala, mandó esculpir en madera y plata la imagen de la Virgen del Rosario, terminada en diciembre de 1592. No se conoce el nombre del escultor guatemalteco que esculpió tan maravillosa imagen. Según Antonio de Remesal, «era el mejor que existía en su tiempo en Indias, 1619». Su forma original no puede ser apreciada, pues la imagen se presenta a los fieles revestida de elaboradas vestiduras y adornos.

Antonio de Fuentes y Guzmán escribiría más tarde: «Tiene dos varas de alto y lleva en sus brazos un niño, como de un mes, dormido, de movimiento tan natural, tan vivo y halagüeño...», también lleva un gran rosario en la mano derecha. La tradición popular dice que la Virgen María salió a recorrer América y el Niño se durmió al llegar a Guatemala, por eso se quedó en la imagen así. La imagen es producto de la orfebrería colonial. Es típicamente barroca y representa a María reina del cielo y tierra, con manto y corona imperial, y con el cetro en sus manos. Completa el cuadro la luna bajo sus pies, símbolo de pureza inmaculada. La Virgen tiene un hermoso rostro que, según cuentan sus devotos, cambia su color rosado encendido a otro mucho más pálido cuando surge algún conflicto o se aproxima alguna desgracia para la nación. Fue declarada patrona de Santiago, hoy Antigua Guatemala, en 1651 con ocasión de los temblores que azotaron la ciudad. Luego, en 1717 y 1773, la imagen fue restaurada, debido a los daños ocasionados por los terremotos de Santa Marta. El 1 de enero de 1776, con la instalación de los dominicos en la Nueva Guatemala, hoy la capital del país, la imagen fue trasladada al templo de Santo Domingo en la ciudad de Guatemala, donde se encuentra actualmente. Este templo que fue bendito en 1808, es de estilo neoclásico, aunque con reminiscencias barrocas. Los caudillos de la independencia la escogieron en 1821 como Patrona, cuando reunidos en los claustros de Belén, bajo las órdenes de Juan de la Concepción, determinaron liberar a su país.

Durante el tiempo de la colonia su cofradía fue una de las más grandes de todo el territorio. La Virgen del Rosario fue solemnemente declarada "Reina de Guatemala" en 1833 y coronada canónicamente por monseñor Luis Durou y Sure el 28 de enero de 1934. La gran ceremonia tuvo lugar en la plaza principal, al frente de la fachada de la Catedral, por autorización del Papa Pío XI. La coronación de la imagen debió hacerse al aire libre pues no se halló ningún templo lo suficientemente grande para albergar a la multitud. La corona que el Arzobispo le colocó sobre la cabeza de la bendita imagen, es una valiosa obra de orfebrería que manifiesta la devoción y el entusiasmo popular de los guatemaltecos.


Los artistas que la confeccionaron utilizaron entre otras piedras preciosas, 121 esmeraldas, 44 brillantes, 80 perlas y una rosa de oro. En 1992, a 400 años de que la imagen fuera terminada, fue nombrada Alcaldesa Perpetua de la Ciudad de Guatemala.

lunes, 2 de octubre de 2017

¿Los niños que mueren “se convierten en angelitos”? Sacerdote católico aclara.

Por: Padre Sam.

Normalmente cuando un niño muere, muchos afirman que se convierte en “un angelito más” en el cielo, incluyendo muchos predicadores, seguramente sin mala voluntad. Ahora bien, ¿es esto cierto? ¿Sucede así? Veamos…

Por muy buena intención que tengamos, eso no sucede. Los niños que mueren no se convierten en “angelitos”. Esto porque dos motivos:

  1. Los ángeles ya fueron creados desde el inicio. Como lo relata Col 1,16 “porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles…”. Los ángeles son seres espirituales, no corporales, creados desde el inicio del mundo.
  2. No se puede cambiar de naturaleza. Cada uno de nosotros tiene una naturaleza, la humana. Por su parte, la naturaleza de los ángeles es espiritual.

Por lo dicho anteriormente, cuando un niño muere no se convierte en angelito, pues su naturaleza es distinta a la de un ángel. Esto no excluye que sea alguien inocente, sin culpa alguna. Los que afirman eso, seguramente (espero) no lo hacen con mala intención, sino más bien en el sentido de que es alguien que no se ha contaminado del pecado, pero si somos claros en la doctrina, “el convertirse en ángel” no sucede.