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sábado, 8 de julio de 2017

Dos riesgos al utilizar la frase “y me confieso por todos los pecados olvidados”



Por: Padre Sam

En ciertos lugares, muchos fieles tienen la costumbre de, al terminar de confesar sus pecados, añadir “y me acuso de todos los pecados olvidados”. Esto es algo que hay que alabar, siempre y cuando se haga bien. Sin embargo, hoy quiero mencionarte dos riesgos de esta “práctica”.
  1. No hacer bien el examen de conciencia
Uno de los 5 pasos para hacer una buena confesión es haber hecho bien el examen de conciencia, esto es, examinar bien en qué le hemos fallado a Dios. Por lo tanto, si has hecho bien el examen de conciencia, pero al momento de confesar, algún pecado se te olvidó, está bien añadir dicha frase. Ahora bien, si esa frase (“me acuso de todos los pecados olvidados”) es sólo para justificar de no haber preparado la confesión, sería un grave error. El primer riesgo entonces es que nos lleve a una pereza espiritual, de no preparar bien la confesión.

2. Vergüenza de los pecados

Otro riesgo de utilizar dicha frase sería el hecho de tener algún pecado que me da pena que el sacerdote lo escuche, y por lo tanto prefiero omitirlo con la frase “y me acuso de todos los pecados olvidados”. Nunca debemos olvidar que la confesión es “quedar “mal” con el sacerdote para quedar “bien” con Dios“, y no al revés. Entonces, si “para quedar bien” con el sacerdote decido omitir voluntariamente un pecado, esa confesión sería inválida.

En síntesis, no hay problema en utilizar dicha frase si te has examinado y esforzado en preparar la confesión, pero por diversos motivos al momento de confesarte se te olvida algún pecado. Sin embargo, sería un grave error que por no preparar la confesión o por pena al sacerdote que me confiesa decida emplear “y me acuso de todos los pecados olvidados”.

Dios te bendiga.

Padre Sam.

viernes, 7 de julio de 2017

¿Cómo me dirijo a un sacerdote, obispo, cardenal o Papa? Te sorprenderá.

Por: Padre Sam.

Como sacerdote, me encuentro a diario con muchísimas personas, además, con la evangelización a través de las redes sociales, esos encuentros crecen de manera exponencial. Y me he dado cuenta de que muchas veces batallamos en las palabras a utilizar cuando me debo dirigir a un sacerdote, a un Obispo, un Cardenal o un Papa.

¿Sabías que para cada uno de ellos existe una palabra propia? Sí, en unos casos hay una palabra propia para dirigirse a esa persona, y en otros, varias palabras, por eso es saludable conocer dicho lenguaje, no vaya ser que “metamos la pata” (nos equivoquemos) utilizando una palabra que no sea la adecuada. Veamos…

En el caso del Papa, hay muchos nombres que lo definen, por ejemplo: Santo Padre, Papa, Pontífice, Sucesor de Pedro, Romano Pontífice, etc, pero esos son nombres “en tercera persona”, es decir, para utilizarlos cuando se menciona en un artículo, noticia o lo que sea. En caso que fueras a dirigirte personalmente a él (saludarlo, correspondencia), la palabra propia que se utiliza es “su Santidad”. En el caso presente, sería “su Santidad, Papa Francisco…”.

Luego, siguiendo la jerarquía eclesiástica, sigue el caso de un cardenal. También tiene varias palabras que lo definen: príncipes de la Iglesia, cardenal, purpurado, nombres a utilizar en tercera persona. Al momento de dirigirse a uno de ellos, la palabra propia a utilizar será “su Eminencia”.

Ya casos más cercanos son los Obispos, que son los que están a cargo de una Diócesis (un territorio determinado), y que son los responsables de llevar adelante el cuidado pastoral de su área. Al momento de dirigirse a un Obispo, la palabra adecuada es “su Excelencia”. Es bastante común confundir “su Excelencia” con “su Eminencia”, pero ahora ya tenemos claro que la primera es para un Obispo, y la segunda para un cardenal.

El caso del sacerdote es quizás el más familiar, pues todos tenemos la posibilidad de ver, saludar o hablar con un sacerdote. Hay muchos nombres que se refieren a sacerdote: padre, cura, párroco, vicario, cada uno de ellos hay que saber utilizarlos en la situación adecuada. Lo más natural (y apropiado) para dirigirse a un sacerdote es “padre”. En algunas regiones, cura lo toman como despectivo, mientras que sacerdote es el nombre original (de sacerdos en latín), pero al momento de llamar o hablarle, puede ser a través de su nombre o de “padre”.

Ninguno de ellos se enojará o te reclamará porque uses otros calificativos al dirigirte a ellos, pero ya sabiendo el lenguaje correcto, lo mejor será que utilicemos la palabra apropiada en cada caso particular.

– Padre Sam

martes, 4 de julio de 2017

10 características de un buen amigo o amiga. Te sorprenderá la número siete.

Los "amigos" son la familia que uno escoge.
Por: Karla Estrada Navarro.

En este mundo, muchos dirán que tienen a los mejores amigos, otros dirán que la amistad no existe… Entonces es válido preguntarnos: ¿Existe la verdadera amistad? ¿Existen los verdaderos amigos? Aquí te dejo 10 características de un verdadero amigo.

1. Una premisa vital: la amistad para que sea verdadera, debe fluir, sin prisas, sin presiones, sin forzar los afectos. Debe vivirse en el marco de la libertad de los hijos de Dios, viviendo una purificación constante a través de la oración. Ninguna amistad es perfecta, pero si se vive desde Dios, Él mismo indicará si esa amistad es según Su voluntad o no y nosotros como hijos suyos, estamos llamados a ser dóciles a su voz.

2. El verdadero amigo reza por ti: Sí, sin Dios no podemos ser buenos amigos, ¿Qué mejor lugar para los que amas y estimas que en las manos de Dios? Un momento óptimo para rezar por tus amigos es en la Santa Misa.

3. El verdadero amigo te ama tal cual eres: Sí, el amor puro existe. Los amigos verdaderos se aman en el Señor de manera pura, libre y compartida. Es una experiencia que es posible solo si ama desde Dios. Ese amor lleva a aceptarle de manera genuina, siempre buscando ser ayuda idónea en el proceso de conversión.

4. El verdadero amigo no es egoísta: lo que es de Dios se comparte, el amigo verdadero no te aísla ni te aleja de tus demás cercanos. Al contrario, la amistad, cuando es verdadera, crea equipos, verdaderas comunidades fraternas, unidas por la caridad y transparencia.

5. El verdadero amigo no teme a los cambios: Cuando la amistad es verdadera, no se basa solo en elementos pasajeros para existir, sino que es libre y a pesar de distancia, silencios, tiempo o ambiente, siempre permanece.

6. El verdadero amigo se queda, cuando todos se van: En los peores momentos, se encuentran a los mejores. En momentos de obscuridad, el verdadero amigo seca las lágrimas, anima al cansado, consuela al deprimido, todo por la fuerza del Amor.

7. El verdadero amigo sabe CÓMO corregir: En una amistad verdadera, hay confianza para señalar las fallas, pero, sobre todo, se aprende a corregir con amor, caridad, tacto, prudencia, paciencia y si se falla en esto, Dios ayuda a dar la humildad suficiente para pedir perdón y perdonar.

8. El verdadero amigo NO teme discutir: La amistad para que sea genuina, debe ser purificada así que incluso cuando discutas o tengas dificultades con tus amigos, ¡da gracias por eso! Dios utiliza todo para nuestro bien.

9. El verdadero amigo no te aleja de Dios ni de su Iglesia: un amigo que en serio quiere tu bien, siempre buscará ser reflejo del amor de Dios en tu vida.

10. … qué tal si nos cuentas tú cual consideras debe ser la décima característica (déjanos tus comentarios)!!

La Palabra de Dios nos dice: “Quien ha encontrado un amigo, ha encontrado un tesoro” y la hermana Glenda complementa esa cita, en su conocida alabanza, diciendo “y yo te he encontrado a ti (…) encontré a Jesús por ti”. Es decir: la verdadera amistad es un tesoro dado por Dios, nos lleva a Dios y nos hace vivir el Amor verdadero, es decir, a Dios. Nosotros los católicos sabemos que Jesús mismo nos llama amigos. Por ende, podemos decir claramente: SÍ, EXISTEN LOS VERDADEROS AMIGOS.

No dudes en la pureza de la amistad. Así como Francisco y Clara se tuvieron uno al otro, y como tantos santos experimentaron la amistad verdadera, no dudes que Dios te dará los amigos que sean perfectos para ti, porque serán según el corazón de Dios.

Cardenal Gregorio Rosa Chávez: Dios premia la obediencia.

CARDENAL GREGORIO ROSA CHÁVEZ:
DIOS PREMIA LA OBEDIENCIA.
Por:  Padre Sam.

“El viento sopla donde quiere, tu oyes su silbido, pero no sabes de donde viene ni a donde va” (Jn. 3,8).

Esta mañana (en América) mediodía-tarde (en Europa), el papa Francisco nos ha vuelto a sorprender con una grata noticia: ha convocado a un Consistorio para el próximo el 28 de junio de este año en dónde creará cinco nuevos cardenales.
No en vano ha sido llamado “el Papa de las sorpresas”.

Estos son los nombres de los nuevos cardenales que anunció hoy el Papa Francisco:
Mons. Jean Zerbo, Arzobispo de Bamako (Mali)
Mons. Juan José Omella, Arzobispo de Barcelona (España)
Mons. Anders Arborelius, Obispo de Estocolmo (Suecia)
Mons. Louis-Marie Ling Mangkhanekhoun, Vicario Apostólico de Paksé (Laos)
Mons. Gregorio Rosa Chávez, Obispo Auxiliar de San Salvador (El Salvador)

Y ¿por qué enfatizamos en la persona de Mons. Gregorio? Gregorio Rosa Chávez, ha sido obispo auxiliar de la Arquidiócesis de San Salvador, en El Salvador por casi 30 años. Siempre se ha caracterizado por ser un hombre tranquilo, sereno, calmo en el trato con la gente y muy ameno con los sacerdotes y con el pueblo de Dios.

Mons. Rosa es originario de Morazán, en el oriente del país. Y en su vida sacerdotal ha tenido una enorme experiencia pastoral. Ha sido no solamente párroco, sino que también ha sido colaborador de los obispos (entre ellos, del Beato Oscar Arnulfo Romero) y rector y formador del Seminario San José de la Montaña por muchos años.

Cuando es elegido obispo, es nombrado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de San Salvador, colaborando con el entonces Arzobispo Mons. Arturo Rivera Damas. Todo indicaba que Mons. Gregorio sería el sucesor como Arzobispo de Mons. Rivera, por su línea pastoral, por el conocimiento del clero, entre otras cosas.

Pero la sorpresa fue que quien fue nombrado para Arzobispo, fue el ahora Arzobispo emérito Mons. Fernando Sáenz Lacalle. Desde entonces, Mons. Gregorio fue “relegado” -dicen muchos- a su cargo de obispo auxiliar, y aunque él sigue teniendo contacto cercano con los sacerdotes y con la gente, a través de los medios de comunicación y las visitas pastorales, es de algún modo “hecho a un lado”.

Con esta noticia, de que Mons. Rosa ha sido nombrado cardenal; para la Iglesia salvadoreña, los sacerdotes de manera especial y sobre todo, aquellos que le conocemos y le estimamos, ha sido una gran alegría. Un “premio” a su obediencia a la Iglesia, al Papa y al Colegio Apostólico, esto además porque Mons. Rosa Chávez ha sido uno de los más grandes promotores del proceso de beatificación (y ahora de canonización) del Beato Óscar Romero.

El Espíritu Santo no se equivoca, y como citamos al inicio “sopla donde quiere”. Quizá este “soplo” muchos lo esperábamos hace algunos años… pero Dios ha querido que sea hoy, y sea con su Santidad, el Papa Francisco dirigiendo la Iglesia, que bendice a Mons. Rosa con este nombramiento cardenalicio, y a la Iglesia de El Salvador le da un regalo histórico: El primer Cardenal de la Iglesia.

Alguien dijo “sorpresas, nos da la vida”… más bien es Dios, quien nos sigue sorprendiendo. Quien sabe un día Mons. Rosa Chávez… Bueno. Solo Dios Nuestro Señor lo sabe.

Que Dios bendiga a Mons. Gregorio Rosa Chávez y a la Iglesia que peregrina en El Salvador.