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miércoles, 20 de septiembre de 2017

Para que el dialogo valga la pena

Por: H.R.

Muchas de las parejas que tienen problemas conyugales, son por la falta de dialogo, buscando a veces ayuda profesional y espiritual, mismos que llegan a la conclusión de sugerir  que se fortalezca el dialogo, ya que éste es la llave maestra que abre las puertas del entendimiento, que les va ayudando a superar las dificultades de la relación conyugal y familiar.


En este sentido el Papá Francisco en su  EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL “AMORIS LAETITIA”, sugiere que vayamos más allá y nos da las luces para que el diálogo valga la pena, y esto lo podemos leer en el número 141 de “AMORIS LAETITIA”, que dice, 141. Finalmente, reconozcamos que para que el diálogo valga la pena hay que tener algo que decir, y eso requiere una riqueza interior que se alimenta en la lectura, la reflexión personal, la oración y la apertura a la sociedad. De otro modo, las conversaciones se vuelven aburridas e inconsistentes. Cuando ninguno de los cónyuges se cultiva y no existe una variedad de relaciones con otras personas, la vida familiar se vuelve endogámica y el diálogo se empobrece.

Esto es lo que muchos de los matrimonios omitimos, ya que una vez que se busca ayuda y se nos sugiere practicar el dialogo conyugal, lo hacemos y exponemos nuestro sentir a la pareja, incluso llegamos a una reconciliación y atención, que muchas de las veces dura muy poco, toda vez que no podemos seguir hablando del mismo problema todo el tiempo, si no que, en pareja debemos de seguir compartiendo experiencias de vida, cosa nuevas que aprendemos o cultivamos a través de la lectura, para que cada día tengamos algo nuevo de que hablar con nuestro cónyuge, no olvidando que,  los asuntos que deben de prevalecer antes de cualquier tema que queramos compartir, es el dar solución a los problemas que surjan y que afecten directamente la estabilidad conyugal y familiar, pero una vez dialogado y buscado una solución, debemos seguir hablando diariamente de cosas nuevas aprendidas mediante la lectura de algún tema de interés.

Nos invita también,  en el mismo tenor de que para que el dialogo valga la pena, debemos  enriquecernos con la reflexión personal, ya que esta,  es muy importante para analizar en que estamos fallando como pareja, como padres y como ser humano, ya que alcanzando a comprender y aceptar que personalmente uno también falla y comete errores, a veces mucho más mayúsculos que la pareja, solo asi podemos entender a nuestro cónyuge y poder establecer un buen dialogo que va a rendir buen fruto.

Y encaminado a lo anterior,  algo fundamental que no podemos dejar pasar es la oración, que va aparejado y de la mano con la reflexión personal, ese diálogo permanente con Dios, pidiéndole siempre que nos de esa sabiduría para poder poner nuestras emociones y sentimientos en orden, y nos de la luz para resolver las situaciones que se nos presenten, sin anteponer nuestro orgullo y soberbia, la cual tantos malos ratos nos ha hecho pasar, y en cambio nos de esa fuerza para poder ser como nuestro Señor Jesucristo para ser manso y humilde de corazón en cualquier situación que se pretenda resolver a través del dialogo. 

Y por último en esta reflexión analizamos esta sugerencia del Papá, el abrirnos a la sociedad, muchas veces como pareja y como familia nos cerramos y no queremos acercarnos y abrirnos a la sociedad, en este sentido la iglesia tiene un buen número de grupos parroquiales, a los cuales podemos pertenecer y ahí empezar a vivir en comunidad, conociendo nuevos matrimonios y familias, de las cuales podemos tener testimonios vivos para que a  reflejo  de ellos podamos aprender cosas nuevas, que nos ayudaran a salir adelante y tener una mayor estabilidad conyugal y familiar, además de que los grupos cuentan con una infinidad de herramientas, que han ayudado a muchas a resolver situaciones un poco complejas con la ayuda y asistencia sacerdotal.

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