Vistas a la página totales

miércoles, 28 de noviembre de 2018

7 CONSEJOS PARA UN MATRIMONIO MADURO



Fuente: ACIPRENSA


1. El matrimonio es para amar. Y amar es una decisión, no un sentimiento. Amar es donación. La medida del amor es la capacidad de sacrificio. La medida del amor es amar sin medida. Quien no sabe morir, no sabe amar. No olvides: amar ya es recompensa en sí. Amar es buscar el bien del otro: cuanto más grande el bien, mayor el amor. Los hijos son la plenitud del amor matrimonial.

2. El amor verdadero no caduca. Se mantiene fresco y dura hasta la muerte, a pesar de que toda convivencia a la larga traiga problemas. El amor, ama hoy y mañana. El capricho, sólo ama hoy. Los matrimonios son como los jarrones de museo: entre más años y heridas tengan, más valen, siempre y cuando permanezcan íntegros. Soportar las heridas y la lima del tiempo, y mantenerse en una sola pieza es lo que más valor les da. El amor hace maravillas.

3. Toda fidelidad matrimonial debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. La fidelidad es constancia. En la vida hay que elegir entre lo fácil o lo correcto. Es fácil ser coherente algunos días. Correcto ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de alegría, correcto serlo en la hora de la tribulación. La coherencia que dura a lo largo de toda la vida se llama fidelidad. Correcto es amar en la dificultad porque es cuando más lo necesitan.

4. Séneca afirmó: “Si quieres ser amado, ama”. El verdadero amor busca en el otro no algo para disfrutar, sino alguien a quien hacer feliz. La felicidad de tu pareja debe ser tu propia felicidad. No te has casado con un cuerpo, te has casado con una persona, que será feliz amando y siendo amada. No te casas para ser feliz. Te casas para hacer feliz a tu pareja.

5. El matrimonio, no es “martirmonio.” De ti depende que la vida conyugal no sea como una fortaleza sitiada, en la que, según el dicho, “los que están fuera, desearían entrar, pero los que están dentro, quisieran salir”.

6. El amor matrimonial es como una fogata, se apaga si no la alimentas. Cada recuerdo es un alimento del amor. Piensa mucho y bien de tu pareja. Fíjate en sus virtudes y perdona sus defectos. Que el amor sea tu uniforme. Amar es hacer que el amado exista para siempre. Amar es decir: “Tú, gracias a mí, no morirás”.

7. Para perseverar en el amor hasta la muerte, vive las tres “Des”: Dios. Diálogo. Detalles.

a. Dios: “Familia que reza unida, permanece unida”.

b. Diálogo, para evitar que los problemas crezcan.

c. Detalles: de palabra y de obra. “Qué bonito peinado”. “¿Qué se te antoja comer?” “Eres el mejor esposo del mundo”. “Hoy, la cena la hago yo”. “Nuestros hijos están orgullosos de ti”. El amor matrimonial nunca puede estar ocioso.

Por Ricardo Ruvalcaba

jueves, 11 de octubre de 2018

Eduquemos a nuestros hijos en la humildad






Por: Silvia del Valle | Fuente: www.tipsmama5hijos.com

La humildad es el cimiento, la base y fundamento de todas las virtudes, la sal y la vida de ellas. La humildad es contraria a la soberbia. Sin humildad no puede haber obediencia.


La humildad lleva a la docilidad, que no es lo mismo que la dejadez o sumisión, tampoco significa dejar que los demás pasen primero o sobre nosotros.

La humildad es, simplemente, la virtud que hace conocer y aceptar las propias limitaciones y debilidades y permite obrar con el prójimo, de acuerdo con este conocimiento y sirve para llegar a la Paz Interior.

¿Cuánta falta le hace a nuestro mundo personas con estas características? Y nosotros tenemos en nuestras manos la posibilidad de formar a nuestros hijos para que lo sean, por eso hoy te quiero compartir mis 5 Tips para educar a nuestros hijos en la humildad.

PRIMERO. Ayuda a tus hijos a conocerse.
“Humildad es andar en verdad” es por esto que es súper importante que nuestros hijos se conozca muy bien, que se den cuenta de sus capacidades y sus debilidades.
Es importante decir que si encontramos que nuestros hijos tienen muchas cualidades no actúen de forma prepotente o creyéndose superiores a los demás y mucho menos que vean a los demás como poca cosa ya que esas actitudes son contrarias a la humildad.

Si un niño se conoce estará seguro de sí mismo y entonces tratará a los demás con amabilidad, compasión y ternura.

Cuando mis hijos, ahora que son adolescentes, se comportan con soberbia; los hago que reflexionen y se den cuenta de sus actos. Casi siempre reaccionan positivamente y cambian de actitud. En todos los casos me dicen que no se habían dado cuenta de su forma de actuar, es por eso que necesitamos ayudarlos; aún cuando ya sean adolescentes.

SEGUNDO. No exaltes demasiado las cualidades de tus hijos.

Si nosotros comenzamos a exaltar de más sus cualidades, nuestros hijos aprenderán a hacerlo y luego tendremos niños y jóvenes petulantes.



Reportar anuncios inapropiados |

Si por el contrario les decimos que sus cualidades son un don y que los tienen para ponerlos al servicio de los demás, nuestros hijos aprenderán y tomarán esto como un estilo e vida.

En mi familia a veces pasa que alguno de mis hijos, por estar hormonauta, no quiere ayudar a alguno de los hermanos; yo intervengo y le hago ver que los talentos son para compartirlos con sus hermanos. A veces me entienden pronto y lo hacen, pero a veces es tanta la carga hormonal que tienen, que prefiero que se vayan un rato a su cuarto a pensar.

Al final del día, terminan comprendiendo que nada de lo que tienen es por sus méritos. Y deciden por sí mismos ayudar a sus hermanos.

TERCERO. Que aprendan a reconocer sus faltas.

Un punto importante y que cuesta mucho trabajo es el reconocer las faltas o los errores. Esto requiere de mucha práctica y de dominar su voluntad por lo que debemos enseñarlos a hacerlo desde pequeños.

Cuando logramos que nuestros hijos domen su personalidad y acepten que se han equivocado, logramos educarlos en la humildad. El punto siguiente es que ofrezcan disculpas y que reparen el daño o la falta que cometieron.



Esto es un gran ejercicio de voluntad que predispone la voluntad a la humildad, dejando de buscar culpables para los propios comportamientos.

CUARTO. Que aprendan a construir sobre sus debilidades

Si ya se conocen nuestros hijos, es más fácil detectar los puntos débiles que tienen, es decir, sus limitaciones.

Conocerlas nos ayuda a no engañarnos ni engañar a otros aparentando lo que no somos, es decir, nos ayuda a ser auténticos y a querer trabajar en mejorar cada día para superar esas limitaciones.

Cuando nuestros hijos van adquiriendo la virtud de la humildad se irán dando cuenta de que la vida no se un camino de rosas, pero que poco a poco podrán ir sorteando las dificultades y eso los hará vivir con plenitud y satisfacción.

También es bueno que hagan un plan de cómo irán corrigiendo los defectos o mejorando las debilidades. Que le pongan fecha y acciones concretas para que se pueda ir trabajando para lograrlo.

Nosotros podemos ayudarlos poniendo este calendario de actividades en un lugar visible en su cuarto para que lo tengan presente.

Si nuestro hijo es aún pequeñito, nosotros podemos ir moldeando su forma de actuar y de reaccionar para que desde temprana edad controle y modere esas limitaciones o debilidades y las convierta en fortalezas al servicio de la familia.

QUINTO. Que aprendan de nosotros sus papás

Nuestros hijos aprenden de nosotros aunque nosotros no estemos conscientes de eso. Así que debemos procurar que nuestro actos eduque en todo momento.

Para educarlos en la humildad es indispensable ser humildes nosotros, actuar sin prepotencia, sin vanagloria. Ser abiertos a la corrección y estar dispuestos a poner nuestros talentos al servicio de la familia y de la sociedad.

Nuestros hijos nos observan en todo momento y aprenderán a reaccionar de como lo hacemos nosotros.

Si por ejemplo, al ir al de compras, siempre peleamos y discutimos con el gerente; nuestro hijos aprenderán que los problemas se solucionan discutiendo. Pero si en cambio buscamos la mejor solución al problema, tomando en cuenta la dignidad de la personas y llegamos con el gerente en forma amable y planteamos el problema, nuestros hijos aprenderán que esa es la mejor forma de hacer las cosas.

Y con esto no digo que no debemos enojarnos, pero si que debemos controlarnos y llegar con amabilidad a pedir las cosas.

Nuestros hijos son el reflejo de nosotros y ojalá que logremos tener una familia humilde y dispuesta para poner sus capacidades al servicio de la sociedad. Sólo así tendremos un México mejor. ¿Que tal, te animas?

miércoles, 10 de octubre de 2018

Así es cómo un amor puede enfriarse y comienzan los malentendidos

Por Orfa Astorga, fuente Aleteia.



Ante la dura exigencia del ganarse la vida y la educación de los hijos, los esposos pueden descuidar su relación afectiva. Como le sucedió a este matrimonio que nos comparte su experiencia.


Soy asesor de empresas y con frecuencia recurro al término sinergia que hace referencia a la capacidad de trabajar en equipo por parte de dos o más personas para encontrar una mejor solución que aquella que se lograría por cuenta propia. Es decir: no es tu forma o la mía, sino una mejor, una más elevada.

“¿Cómo te fue?”, suele preguntarme mi esposa cuando regreso de una de mis “magistrales conferencias”.   “¡Magnífico! Seguí tus sugerencias y casi me sacan en hombros!”,  le respondo entusiasmado.  Y ella termina esbozando  una amplia sonrisa.

No era así hace un tiempo, ya que cuando me ufanaba de mis aptitudes de experto en comunicación, mi esposa se me quedaba viendo con la expresión de quien analizara el perfil de un sapo. Tenía sus razones.

Y es que a mí se me podía aplicar el dicho: “Candil de la calle y oscuridad en la casa”, pues yo, un “experto” no estaba comunicándole mi cariño. 

Empecé a preocuparme cuando un día en cierto lugar público quise tomarla de la mano y la retiró con discreción. Luego, empezó a poner cara de enfado cuando yo le contaba tal anécdota; a reclamarme por mis tiempos de trabajo o salidas con mis amigos; y con frecuencia, a expresar celos sin razón alguna. Al menos así lo consideraba, pues le era fiel, responsable y muy trabajador.

Y llegamos a un enfriamiento tal en la relación que ella reaccionó volcando todo su amor en nuestros nuestros hijos. A mí no se me ocurrió otra cosa que refugiarme en el trabajo y en el alcohol.

Por fortuna recomenzamos.

Para evitar reincidir en lo que consideré el problema, pretendí atacarlo haciendo un chequeo de la calidad de mi amor, con un formato que me saqué del manga, parecido al que uso en el diagnóstico de clima organizacional en las empresas.

Eran cuatro preguntas puntuales en las que para entonces estaba seguro de sacar un diez.

Estas fueron:
  • ¿Cumplo con todas las responsabilidades como principal proveedor de todo lo materialmente necesario para el hogar? Respuesta: sí.
  • ¿Me involucro satisfactoriamente en las labores domésticas?  Respuesta: sí.
  • ¿Me implico totalmente en la educación de los hijos?  Respuesta: sí.
  • ¿Te sabes amada Sí, pero no lo siento.por mí? Respuesta: 


Ella se sabía, pero no se sentía amada.  Se volvían a encender los focos rojos. ¿Qué pasaba?

Un mal día le hice la observación de que ya no se arreglaba igual que antes, ¡Jamás lo hubiera hecho! Pues eso detonó en “un dime y te diré” que nos asustó. 

Le pedí entonces que solicitáramos ayuda profesional, en donde nos quedó claro que teníamos problemas de incomprensión, agravados por una mala comunicación que mi esposa confundió con  falta de amor, perdiendo la confianza. 

No fue fácil recuperarla, pues hizo falta mucha humildad para reconocer errores como:

  • Adoptábamos una actitud crítica ante el menor conflicto.
  • Con frecuencia sumábamos a ello una emocionalidad inútil y dañina.
  • No sabíamos corregirnos con delicadeza y terminamos reprimiendo nuestros pensamientos y sentimientos.
  • Pasada la tormenta, después del enfado seguía la ardua tarea de desenfadarnos, tras más de una vez habernos ofendido, algo que iba dejando pozo, de tal forma, que cada vez tardábamos más en reconciliarnos.
  • Por todo lo anterior no conciliábamos nuestros respectivos puntos de vista ante situaciones o problemas que requerían de nuestra mutua ayuda, de acuerdo a nuestras capacidades naturales.
  • Por lo que estábamos afectando y desaprovechando uno de los nobles fines del matrimonio: la complementariedad y mutua ayuda.

Lo más grave:

Yo consideraba que era suficiente con que mi esposa se supiera amada, pues en mi psicología de varón no entendía  que por mis incomprensiones, le estaba haciendo pensar y sentir que ya no me gustaba, que en mí no despertaba ya emociones y que la había empezado a dejar de amar.

Afortunadamente  estamos recomenzando por el camino correcto, poniendo en el centro de todo el  valor de nuestra relación afectiva y velando por mantener la confianza en nuestro amor.

Amo profundamente a mi esposa y soy consciente de que debo ayudarle a mantener una actitud positiva hacia sí misma, segura de merecer ser amada. Estoy seguro de que ella también desea lo mismo para mí.

Es posible distinguir tres tipos de amor humano:

  • Gustarse: apela a lo corporal
  • Querer: algo más emocional, afectivo, propio del corazón
  • Amar: definitivamente volcado a la esfera más espiritual del hombre, al alma).

Lo ideal sería que los esposos se gustasen, se quisiesen afectivamente y cuidaran de su amor personal.

Por lo contrario, se pueden encontrar tres tipos de egoísmo:

  • físico: acaparamiento sexual
  • afectivo: afán posesivo
  • espiritual: orgullo.